Hoy traigo al blog la biografía de Antonio Llanos, botánico y sacerdote agustino, que nació en Sariegos en el s XIX y que hizo importantes aportación al mundo de la botánica. Ingresó en la orden de los Agustinos misioneros y se fue a Filipinas donde conoció al padre Blanco, autor de la monumental Flora de Filipinas (Manila, 1837). Tras la muerte de este, el padre Antonio LLanos amplió esta Flora de Filipinas con la publicación de un par de obras: Fragmentos de algunas plantas de Filipinas, no incluidas en la flora de las islas, de la primera ni segunda edición (Manila, 1851) y Appendix sive tentameli aliud novi supplementi ad Floram-Insulario Fhilippinarum secunda editionis, cum Revisione aliquorum generum quoc in eà continentur (Madrid, 1858); y que fueron añadidos a la 3ª edición de la obra del padre Blanco. En esta misma edición, y en el tomo 4 (1880-1883) el padre Celestino Fernández-Villar publicó una biografía del padre Antonio LLanos que es la que ahora os traigo.
ENSAYO
DE UNA
BIOGRAFÍA DEL M. R. P. FR. ANTONIO LLANOS.
Al reproducir los opúsculos botánicos del sabio P. Llanos - que pueden ser considerados como una continuación de la FLORA DE FILIPINAS del incomparable P. Blanco - no dudamos que nuestros lectores nos lo han de agradecer, si les comunicamos algunas noticias biográficas de su afamado Autor. Por lo que a nosotros toca, con franqueza confesamos que lo haremos, sintiendo en ello el más vivo placer; pues de ese modo tenemos ocasión de satisfacer una necesidad de nuestro corazón, rindiendo culto a la verdadera ciencia, y no escatimando aplausos al relevante e indiscutible mérito.
Sólo sentiremos que nuestra notoria insuficiencia sea causa de que los méritos y trabajos del venerable sabio no se aprecien en todo su valor. Reconocemos sinceramente que tan interesante trabajo debió ser encomendado a pluma mejor cortada que la nuestra, y entonces los clásicos y bellos hechos habrían tenido el merecido honor de ser celebrados con clásico y bello estilo. Únicamente nos consuela el recuerdo de haber emprendido esta difícil tarea, para cumplir el sagrado deber de secundar los deseos, y someternos a la voluntad expresa de quien tiene perfecto derecho a mandarnos, incumbiéndonos a nosotros el perfecto deber de ejecutar sus mandatos.
Esperamos que el bondadoso P. Llanos, sabrá perdonarnos con su acostumbrada benevolencia, si arrebatados por el vehemente y ardoroso deseo de tejerle una corona de inmortalidad por sus eminentes servicios a la religión, a la patria y a la ciencia, más de una vez lastimamos su conocida modestia. Detestamos con toda nuestra alma el proceder indigno de aquellos hombres degradados qui veritatem Dei in injustitia detinent; y nos anonadamos en presencia de los venerandos fueros de la verdad hasta tal punto que nunca jamás dejaremos de decirla toda entera, y sin ornato de ningún género, si así lo exigen la mayor honra y gloria de Dios que es fuente y origen de toda verdad, y el bien de la humanidad.
El M. R. P. Fr. Antonio Llanos, honra de su patria, y lumbrera refulgente de la Orden de S. Agustín, vió la luz primera en el modesto pueblo de Sariegos, perteneciente la diócesis y provincia de León en España, el día 22 de noviembre, del año de 1806. Sus padres, honrados labradores, y muy fervientes católicos, le acostumbraron desde la más tierna infancia a la práctica de las virtudes cristianas, inculcándole al propio tiempo el amor al trabajo que es poderoso elemento de moralidad, y el odio a la ociosidad que es madre y maestra de todos los vicios. Aun niño estudió las primeras letras, manifestando ya entonces tanta perspicacia de entendimiento, tanta viveza de imaginación y tanta agudeza de ingenio que sus cariñosos maestros se decidieron a indicar a sus padres la absoluta necesidad de consagrarle a una carrera científica, o literaria. Estos dudaron al principio, porque contaban con escasos recursos pecuniarios, para darle estudios como ellos decían; pero la divina Providencia vino en su auxilio, inspirándoles el pensamiento de pretender para el hijo de sus entrañas una plaza de pensionado en el Colegio que. los PP. de las Escuelas Pías tenían en la ciudad de León. Pretenderla y conseguirla fué todo uno, como decirse suele; pues los PP. Escolapios ya tenían conocimiento de las brillantes cualidades que adornaban al joven Llanos.
Ya admitido de alumno interno en el Colegio de los humildes hijos de San José de Calasanz, bajo la dirección de tan sabios y piadosos Maestros estudió el distinguido joven Llanos la Gramática latina y griega, Retórica y Poética, Filosofía y el primer curso de sagrado Teología, haciendo en estos diversos ramos del saber humano los notables progresos que eran de esperar de su claro entendimiento, brillante imaginación, poderosa memoria y agudísimo ingenio. Su amor al estudio, su conducta intachable, su esmerada cultura social y su carácter pacífico se habían hecho proverbiales en todo el Colegio, granjeándole el amor de sus superiores y el respeto de sus iguales. En estas circunstancias, fué cuando el joven Llanos, obedeciendo a la divina vocación, se determinó a abrazar el estado religioso. Comunicó su pensamiento a sus queridos directores, y estos lejos de contrariar su vocación, la apoyaron con graves razonamientos. La actividad de su espíritu, el deseo de ver nuevas tierras, y el afán de ganar almas para Jesucristo, fueron factores que contribuyeron a que se inclinase a entrar en un Instituto religioso, consagrado a las misiones en países lejanos.
Enterado de que en la ciudad de Valladolid había un Colegio de PP. Agustinos calzados, cuyos alumnos eran destinados a las misiones de Filipinas, se apresuró á pedir la gracia de ser admitido en él. El Superior de aquella observantísima Casa, a quien no eran desconocidas las bellas prendas que le adornaban, no tuvo inconveniente en acceder a los deseos del postulante: y así el P. Llanos vistió el hábito de San Agustín, y entró en el noviciado que tiene su Orden en el citado Colegio de Valladolid, el año de 1826, contando apenas 20 de edad. Excusado nos parece decir, que en todo el año de noviciado dio pruebas nada equívocas de su vocación religiosa. Concluido el año de noviciado, hizo los votos religiosos con inefable gozo de su alma, y no menor contento de aquella Comunidad. Desde 1827 a 1829 concluyó su carrera literaria, siendo el ídolo de sus Profesores que le creían joven de grandes esperanzas.
En 1829 salió de España para Filipinas, presidiendo una Misión compuesta de 10 Religiosos, a pesar de no ser aun más que Diácono; lo cual prueba la confianza ilimitada que inspiraba a sus Prelados. A su llegada a Manila tuvo la envidiable satisfacción de conocer al inmortal P. Blanco, y hacerse su amigo íntimo durante la vida. Al poco tiempo de su arribo a Manila recibió la sagrada investidura del sacerdocio, y sin pérdida de tiempo le destinaron sus Superiores a estudiar con otro Religioso el idioma tagalo, a fin de que se preparase para poder ejercitar su ardiente celo en el desempeño del difícil y espinoso ministerio parroquial. En 1830 fué nombrado Párroco de Pulilan, en 1831 de Bulacan, en 1833 de Angat, en 1839 de Parañaque, y en 1842 de Calumpit, de donde no ha salido hasta la fecha.
Estando de Párroco en Angat, comenzó a dedicarse con gran entusiasmo al estudio de las Ciencias naturales, aprovechándose al efecto de las sabias lecciones del P. Blanco, y de algunos libros que le proporcionó, sin embargo de ser tan pocos los que él poseía. Por aquel tiempo estaba reconcentrada toda la actividad y ocupada toda la atención del P. Blanco en ultimar los trabajos para la publicación de su celebrada FLORA DE FILIPINAS; y con este motivo el P. Llanos aguijoneado por el deseo de manifestarle gratitud y facilitarle el trabajo, le remitió numerosos y preciosos ejemplares de vegetales, recogidos en los frondosos bosques de aquel pueblo. En 1837 publicó el P . Blanco su Flora, y desde este año hasta 1845, en que se vió obligado a hacer una segunda edición, fué su ocupación constante corregir y aumentar su predilecta obra. El P. Llanos entusiasta por la ciencia, y agradecido á las delicadas atenciones que le prodigaba su respetado Maestro, continuó herborizando constantemente, y mandándole muchos ejemplares de plantas, y no pocos ensayos de descripciones, de las cuales algunas han merecido la aprobación del P. Blanco insertándolas en la segunda edición de su FLORA, como hechas por el P. Llanos. Ganoso el P. Blanco de premiar el celo de su amado y distinguido discípulo se propuso inmortalizar su nombre dedicándole el género Llanosia. No podemos resistir al deseo de trascribir las frases con que se le dedica, pues honran en alto grado al P. Llanos: «No conviene, dice con la Curatella ni demás congéneres del mismo orden natural, y así he formado este nuevo dedicándole al P. Antonio Llanos; de quien he hablado ya en otras partes, y que ha mostrado un vivo interés por la mayor perfección y aumento de este libro.»
Habiendo pasado el P. Blanco a mejor vida en 1845, el P. Llanos más firme que nunca en su propósito de aumentar y perfeccionar la FLORA DE FILIPINAS de su inolvidable Maestro y llorado amigo, dió a luz con aplauso de los inteligentes, en 1851, sus Fragmentos de algunas plantas de Filipinas, no incluidas en la FLORA DE LAS ISLAS, de la primera ni segunda edición. En este opúsculo describe, siguiendo el sistema sexual de Linneo, 29 especies de plantas dicotiledóneas, que pertenecen a 17 familias y 24 géneros: 52 monocotiledóneas, que pertenecen á 6 familias y 27 géneros: 15 criptógamas, que pertenecen a 8 familias y 10 géneros. Además identifica algunas especies de la FLORA del Padre Bianco.
En 1858 publicó en los Anales de la Academia Real de Ciencias de Madrid un opúsculo titulado, Appendix sive tentameli aliud novi supplementi ad FLORAM-INSULARIO PHILIPPINARUM secunda editionis, cum Revisione aliquorum generum quoc in eà continentur. En este trabajo describe, o enumera, como existentes en las Islas, 45 especies de plantas dicotiledóneas, que pertenecen a 24 familias y 38 géneros: 28 monocotiledóneas, que pertenecen a 6 familias y 19 géneros: 16 criptógamas, que pertenecen a 6 familias y 13 géneros. Además en su Revisio ect., hace identificaciones de 68 especies publicadas por Blanco, o por sí mismo.
Debemos también a la laboriosidad del P. Llanos los siguientes trabajos sueltos. La descripción del Gynocephalium Luzoniense que publicó, como especie nueva, en la Revista de los progresos de las Ciencias exactas, físicas y naturales, de Madrid, tom. xv, núm. 1, Enero de 1865, cuya especie publicó después Baillon con el nombre de Phytocrene Luzoniensis H. Bn, en el Prod. de DC., vol. xvii, pág. 10, advirtiendo que existía ejemplar en el herbario del citado DC., remitido con la descripción ms. por el P. Llanos. En Abril de 1865 publicó en la citada Revista su Govanlesia Malulucban, como género nuevo, e identificación del Malulucban descrito, y no determinado, por Blanco. En el mismo año y Revista publicó la descripción de su Pennisetum alopecuroideum Spreng., como identificación del Panicum miliaceum del P. Blanco. El año de 1873 publicó, en la repetida Revista, la descripción de su Mimusops erythroxylon Boj., que le pareció identificación del Pasac de Blanco. El Profesor Caruel publicó, en el Nuevo Giornale Botánico Italiano, VOL. VII, núm. 3, Julio de 1875, la descripción y lámina del pino de los montes de Mancayan que remitió el P. Llanos a A. De Candolle, sin determinar la especie. A Caruel le parece ser el Pinus insularis Endl:, y advierte que la lámina es la primera que se publica de la especie.
Entusiasta por el progreso de la Botánica, y fijo en la idea de perfeccionar la FLORA del P. Blanco, ha venido sosteniendo, desde 1851, activa correspondencia con varios Profesores, especialmente con el célebre A. De Candolle, a quien ha remitido diseños de la Llanosia y de las distintas, especies de Quercus del P. Blanco, de otra encina que le pareció ser la Quercus acuta Thunb., de algunos Dipterocarpus de Blanco, de su Govantesia y de su Zarcoa. También remitió al citado A. De Candolle, y a otros varios, numerosos ejemplares de plantas filipinas, disecadas.
Los Botánicos europeos, que no suelen pecar de ingratos, quisieron premiar sus trabajos, y estimular su amor a la ciencia, dedicándole varias especies. A. DC. consagró a su memoria el Quercus Llanosii: J. Müller el Phyllanthus Llanosianus: J. E. Duby el Hypnum Llanosii: y C. DC. la Aglaia Llanosiana. En los 6 últimos volúmenes del Prodromus de DC. es citado repetidas veces con elogio el P. Llanos. Si lo permitiesen los límites de una reseña biográfica, podríamos insertar en este lugar correspondencias de hombres eminentes, que eternizaran su nombre. Tenemos la arraigada convicción de que el mundo sabio admirará al P. Llanos y le prodigará las alabanzas, cuando sepa que sus valiosos trabajos han sido llevados a cabo sin más maestros que el P. Blanco, sin más libros que los que este tuvo al fin de sus días y los últimos volúmenes del Prodromus de DC, sin más herbarios que los campos y los bosques, sin más tiempo y vagar que el que puede dejar libre la administración de una numerosa Parroquia, y sin más auxiliares que una voluntad de hierro y una laboriosidad incansable.
Aparte de los trabajos botánicos, que dejamos enumerados, ha publicado el P. Llanos algunas curiosas observaciones pluviométricas hechas en Manila y en Calumpit, ha hecho la ascensión del monte Arayat y medido su altura sobre el nivel del mar, y ha escrito unos curiosos apuntes de Ornitología, que poseemos y no sabemos si han sido publicados. Las Musas deben serle muy familiares, a juzgar por una composición suya que hemos visto. Finalmente, para demostrarnos que está al corriente de los progresos de su época, ha querido tomar parte en esas luchas pacíficas de la civilización, llamadas exposiciones universales. En la exposición universal de París, de 1867, fueron premiados los productos industriales por él presentados; y en la de Filadelfia, de 1876, obtuvo medalla y diploma de honor por su preciosa y escogida colección de hierros de Angat y de cobres de Mancayan.
Se nos olvidaba consignar que es Socio corresponsal de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de Filipinas, y de la Real Academia de Ciencias, de Madrid. Sabemos por conducto de personas fidedignas que es individuo de otras Sociedades nacionales y extranjeras, que no podemos detallar por no habernos sido posible recabar de su modestia el que nos exhibiese los diplomas. También fué bastantes años Inspector del Jardín botánico de Manila. Dentro de su Orden es el Decano de edad y de años de profesión religiosa, ha sido Definidor y Procurador general de su Provincia, y actualmente goza del derecho de sufragio en los comicios provinciales.
Para concluir diremos que el P. Llanos es de aquellos hombres que hacen las delicias de la sociedad por sus maneras distinguidas, y amena conversación salpicada de ocurrencias agudísimas. Como Religioso ha observado siempre una conducta edificante: como Sacerdote y Párroco ha estado siempre a la altura de su misión, mereciendo las más exquisitas consideraciones de sus Superiores jerárquicos, y el más acendrado amor de sus Feligreses: como hombre sabio ha tenido la alta honra de que su morada haya sido bautizada con el nombre de Santuario de la ciencia. El mismo Jagor - tan poco afecto a la clase, a que pertenece el P. Llanos - le ha calificado de excelente.
Séanos lícito dar fin a nuestro poco limado trabajo, dirigiendo fervientes votos al cielo para que conserve por largos y felices años la preciosa vida del venerable anciano, cuya memoria será bendecida, y cuyo nombre será repetido con respeto por las generaciones venideras.
Celestino Fernández-Villar
Hoy habría cumplido 208 años.
ResponderEliminar